Pico Urriello
Parque Nacional de los Picos de Europa
"El primer Parque Nacional de España te espera con sus riscos, bosques y aldeas colgadas del tiempo."

Cabrales alberga el Macizo Central de los Picos de Europa, «los Urrieles», la mayor acumulación calcárea de la Europa atlántica. Esta fortaleza inexpugnable se alza aislada y definida por las profundas incisiones de dos gargantas imposibles: la del río Cares al oeste y la del río Duje al este.

Ambas delimitan un altiplano kárstico situado a 2.000 metros de altura, un auténtico «desierto vertical» dominado por jous —gigantescas dolinas que actúan como cicatrices en la montaña—. Desde sus bordes se levantan un sinfín de paredes y agujas rocosas imposibles, bajo la atenta mirada del icónico Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes). No hay vegetación. Todo es piedra caliza desnuda, un paisaje titánico de aspecto lunar. de belleza árida y extrema.

El acceso a este santuario pétreo no es un camino, sino una conquista física a través de canales de pendientes brutales. Desde Poncebos, la Canal del Texu serpentea hasta la aislada aldea de Bulnes, puerta de este universo. Desde allí, la geografía se torna aún más severa: al oeste, la extenuante Canal de Amuesa eleva al montañero hacia el remoto sector de Cabrones; al este, la dura Canal de Balcosín y la pedregosa subida de Camburero conducen a los pies del Urriellu. Mención aparte merece la salvaje Canal de Dobresengos, que se precipita hacia el Cares desde alturas que cortan la respiración.

Es este un paraíso retador. Sus paredes de escalada parecen imposibles y sus perfiles exigen lo máximo. Su belleza magnética esconde trampas mortales: la ausencia de agua y la dureza del terreno exigen una preparación máxima, de la que a menudo carecen aquellos que se acercan a ella aprovechando los medios de acceso modernos.      

La grandiosidad de los Urrieles crece también hacia adentro. Bajo el suelo fracturado se oculta un laberinto espeleológico de magnitud mundial. El agua se filtra vorazmente por los jous calizos creando simas vertiginosas que buscan el nivel freático de los ríos, generando un gigantesco sistema de cuevas. Este ambiente oscuro, de humedad constante y aire frío, ha sido domesticado, en las cuevas más accesibles, por el ingenio local para la maduración del Queso de Cabrales en las entrañas de la tierra.

Por si fuera poco, a la dificultad del terreno se une la hostilidad climática extrema. Los Urrieles son propensos a cambios violentos e imprevisibles: un ambiente soleado puede ser devorado en instantes por la niebla, y las temperaturas templadas caer bajo cero en minutos.